“Noche, negra, silenciosa,
me susurra, me acaricia y veo:
torbellinos que seagitan, que me mueven,
crudas dudas que me hieren como espinas.
Es su amor razón inquieta que me oprime,
danza eterna que persigue al embeleso;
de sus manos, las caricias amorosas,
de su piel, un suave toque que redime.
El futuro marcará ya las promesas,
con dulzor, amarguras que disipen;
con su amor, hontanal, profuso, límpido
de verdades, que me alumbren con certezas.
Fuera engaños,
ya no existe turbulencia.
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